Este verano se ha hablado más que nunca del impacto del transporte aéreo privado. La irónica respuesta del entrenador del PSG y la risa sarcástica de su superestrella han hecho estremecer a más de uno.
Por ello, cada vez se denuncia más el impacto del sector del transporte. En respuesta, muchas personas están repensando su forma de desplazarse y desarrollando nuevas maneras de plantearlo.
Pero, ¿y las empresas? ¿Qué pueden hacer hoy para responder a estas cuestiones cada vez más preocupantes? ¿Cómo pueden existir a nivel internacional sin dejar de ser coherentes con sus principios medioambientales?
En Deepomatic nos hicimos estas preguntas hace más de un año. Tras muchas deliberaciones, elaboramos una política de viajes responsables que se aplica meticulosamente desde entonces.
Esta política ha supuesto un verdadero reto. Su aplicación ha sido objeto de numerosos debates, pero al haber conseguido por fin encontrar un equilibrio entre nuestro desarrollo y nuestros principios, nos ha parecido relevante compartir nuestra experiencia.
¿Por qué actuar?
Nuestra primera contabilidad del carbono ha demostrado la importancia de nuestros viajes: esta parte de emisiones era la cuarta más importante del balance general, aunque los primeros eran el resultado de un factor de emisión que tendía a incrementarlos.
Aunque aplicar una política de regulación no es tarea fácil, este aspecto se convirtió rápidamente en una de las áreas de actuación más inmediatas y de mayor repercusión.
Es más, a diferencia de nuestros primeros artículos, cuyos factores de emisión están sujetos a altos niveles de incertidumbre, la cuantificación de las emisiones vinculadas a nuestros viajes es fiable y los cambios son fáciles de seguir.
La situación en la que nos encontrábamos era muy habitual. Muchas empresas se están dando cuenta del impacto significativo de este aspecto de su negocio: en 2019, Salesforce, con sede en California, declaró que sus viajes durante el año representaron el equivalente a 1.000 millones de euros 146,000 toneladas de CO2, que es la misma cantidad de emisiones que las de más de 17.000 hogares un año.
A pesar de la oportunidad que presentaba el COVID para replantear la forma en que viajamos, las organizaciones no siempre han emprendido o logrado aplicar una política de viajes sostenibles. Según el informe, "Viajar de forma sostenible es más una aspiración que una acción", 3 de cada 10 empresas encuestadas disponen de un plan de viajes, y solo el 7% de esas empresas anima realmente a sus empleados a elegir modos de transporte con bajas emisiones.
Esta dificultad para aplicar políticas eficaces se debe a los numerosos obstáculos que se interponen en el camino de quienes lo intentan.
¿Por qué es tan complicado?
Entre los distintos obstáculos a los que se enfrentan las organizaciones, hay algunos que forman parte de la conciencia colectiva. En efecto, la aviación es la máxima expresión del progreso técnico y su uso se asocia a menudo con el éxito.
Esto es aún más cierto en determinadas profesiones, como las ventas, cuyo imaginario está marcado por la figura del vendedor en constante desfase horario, acostumbrado a los asientos de primera clase y a los hoteles de cinco estrellas, a otro sin descanso para difundir su temido argumento. Si durante mucho tiempo hemos ignorado lo nocivo que podía ser esté imaginario, ahora se hace urgente proponer una alternativa.
Además del imaginario colectivo, hay otros argumentos más pragmáticos: el avión es un medio de transporte extremadamente rápido, hasta el punto de que casi da la impresión de que se eliminan las fronteras. Por tanto, se ajusta a la temporalidad empresarial. Además, es habitual – y realmente absurdo– que los billetes de avión son más baratos que los de tren. Estas dimensiones temporales y económicas confieren a este modo de transporte grandes ventajas contra las que parece difícil combatir.
Estas ventajas son aún más importantes para una empresa como Deepomatic, que aspira a un desarrollo auténticamente internacional. La apertura de nuestra oficina en Nueva York ha hecho que el desafío de aplicar una política de viajes responsable sea aún mayor.
¿Cómo actuar?
Paso n°1: clasificar tus viajes
En primer lugar, es esencial enumerar todos los diferentes tipos de desplazamientos realizados en el transcurso de su actividad.
Por cada tipo identificado, debe asociar los modos de transporte más probables según lo que haya observado hasta ahora en su estructura empresarial.
En el mejor de los casos, también es aconsejable añadir una columna en la que se enumeren las principales vías que se recorren con su kilometraje medio. A veces, esto requiere consultar directamente a los empleados o analizar los informes de gastos.
El objetivo es obtener una visión general de los destinos y sus motivaciones para poder personalizar las normas que se propondrán más adelante. Cuanto más ajustadas sean las normas, más se reducirá la probabilidad de complicaciones en la aplicación de la normativa.
Paso n°2: Definir la filosofía empresarial
Una vez que tenga una idea bastante clara de la situación en su organización, le recomendamos que esboce su política. Servirán de guía para formular las normas. Lo ideal sería que estos principios generales también se adaptaran en la medida de lo posible.
En Deepomatic, hemos optado por los siguientes principios:
- Favorecer los modos de transporte menos contaminantes siempre que sea posible.
- Optimizar tus viajes para rentabilizarlos aprovechando tu visita para multiplicar las oportunidades.
- Anticipar los desplazamientos para planificar su tiempo de trabajo fuera de línea y obtener tarifas ventajosas.
- Fomentar los intercambios a distancia sin deteriorar los lazos que nos unen a nuestros clientes y prospectos.
- Transmitir nuestra cultura corporativa a nuestras oficinas en el extranjero sin disparar nuestra huella de carbono.
Esta filosofía empresarial debe ser validada por la dirección antes de formular normas más precisas para evitar puntos de bloqueo en el proceso siguiente.
Paso n°3: Definir obligaciones e incentivos específicos
Lo ideal sería que una política de viajes sostenibles contuviera dos tipos de normas: las que imponen límites rigurosos y las que incentivan el comportamiento responsable.
En Deepomatic, hemos intentado definir nuestros límites con la mayor claridad posible:
- El tren es obligatorio siempre que el viaje dure menos de 7 horas para todos los viajes que entren dentro del marco de la cultura y la construcción de equipos (excepto los seminarios, que están sometidos a una norma diferente).
Este límite se eligió para evitar el uso de vuelos nacionales. De hecho, esta norma solo se aplica a nuestros empleados que viven lejos de nuestras oficinas de París. Su número de viajes anuales de ida y vuelta se cuantifica y varía en función de dos variables:
1. El final de su período de integración: si acaban de llegar a la empresa, pueden venir el doble de veces durante un período determinado para familiarizarse con la cultura.
2. Viajar o no en tren: si el tren no es una opción, como lo es para nuestros empleados de Nueva York, entonces hay menos oportunidades de venir.
- El tren es obligatorio siempre que el viaje sea inferior a 4 horas para todos los viajes de negocios. En un principio, habíamos utilizado el mismo límite de 7 horas para los viajes de negocios, pero nos pareció inadecuado para la naturaleza de su actividad, que a veces requiere desplazamientos rápidos. Una buena política debe ser ejecutable o nunca se aplicará.
- En lo que concierne el seminario anual, ahora está prohibido viajar en avión. Por lo tanto, la ubicación siempre se elige en función a este criterio.
- Limitar el número de oradores en los actos al mínimo estrictamente necesario.
Además de una firme restricción, también ofrecemos incentivos:
- Para animar a nuestros empleados parisinos a utilizar otros medios de transporte para ir al trabajo, hemos introducido un paquete de movilidad de hasta 500€ al año. Los empleados que deseen comprar, alquilar o hacer reparar bicicletas, scooters o patinetes eléctricos pueden utilizarlos con total libertad.
- Para animar a nuestros empleados que viajan por motivos de trabajo a tomar el tren, aunque el trayecto dure más de 4 horas, ofrecemos la posibilidad de tomar primera clase.
- Cualquier equipo necesario para mejorar los intercambios a distancia o para mejorar las condiciones de trabajo en el tren será ofrecido por la empresa, ya sea en las instalaciones o para teletrabajar.
Paso n°4: Comunicar la política al mayor número posible de personas
Una vez establecidas las obligaciones y los incentivos, el siguiente paso es comunicar la política a los empleados.
Necesitan comprender claramente las razones de su aplicación. Obtener su apoyo requiere una comprensión profunda de las causas subyacentes. Para ello, es posible revisar su contabilidad del carbono, para detallar los viajes, o para hacer que establezcan rangos de magnitud mediante la comparación de los datos.
Además de esta comunicación interna, también es necesario dar a conocer esta política a los candidatos que aspiran a unirse a su empresa. Este paso nos permite asegurarnos que el candidato se ajusta a nuestra cultura. Por eso abordamos la cuestión sistemáticamente en las entrevistas y compartimos de buen grado toda la documentación relacionada con esta política.
Paso n°5: Valorar los esfuerzos por transmitir un nuevo imaginario
Lamentablemente, esta política limita a unos más que a otros. En nuestro caso, para dos de nuestros empleados: uno de nuestros comerciales que vive en Niza y hace un viaje de 12 horas en tren con siete días de diferencia para venir a nuestras oficinas de París en lugar de coger el avión, o uno de nuestros promotores que vive en Roma y al que vemos muy poco porque no tiene alternativa económica para venir a visitarnos.
Hoy queremos premiar los esfuerzos realizados. Creemos que esto puede lograrse cuantificándolos y comunicándolos. Los empleados que renuncian a volar en favor de subir al tren, o los que optimizan sus viajes, deberían poder ver fácilmente el ahorro que consiguen. Para ello, estamos construyendo una hoja de cálculo que nos permite comparar un primer escenario en el que no se tiene en cuenta el impacto ambiental y un segundo que se corresponde con la situación real, con los esfuerzos realizados.
Esperamos hacer tangible el ahorro realizado por nuestro equipo, para animarlos a enfocar sus viajes y, más ampliamente, todas las asignaturas desde una perspectiva de "ahorro de carbono". Valorarlas es contribuir a un nuevo imaginario en el que las toneladas de CO2 ahorradas son un factor de mayor admiración que los kilómetros acumulados en la tarjeta de fidelización empresarial.